
Los espejos de suelo
Hasta ahora nunca había vivido en una casa cuyos suelos pudieran reflejar mi imagen. En esta habitación me encuentro, cada dos por tres, con la pupila clavada en la intersección de cuatro baldosines.
Los espejos de pared y armario son neutros, humanamente objetivos. Los de techo, halagadores y exuberantes, irreales.
Todavía no conozco el carácter de las plaquetas. Sólo sé, por el momento, que ocultan el forjado.
Francisco José Martínez Morán