RASGOS

          

              

En todos los espejos reconozco

las facciones de algún antepasado:

a medida que doblo hacia la noche,

mi piel las va dejando al descubierto;

aflora su verdad tras las mejillas,

con una apabullante nitidez

de barro y osamenta.

 

 

PERSONA

 

 

Querría la existencia ser un sueño,

y de ahí que se obceque en la ilusión;

de ahí que, siempre en círculos, persiga

quimeras que disfraza de esperanza;

de ahí todos sus planes sin futuro;

de ahí la decepción y el desengaño,

el terco afán estéril, la impureza.

 

 

FRECUENCIA

 

 

Y parece que todo se armoniza

en la misma frecuencia,

como si no existiese

más bastidor, más alma,

que esta luz extendida

por sobre los objetos.

 

Amoldas la mirada y la despojas

de su peso banal: en la tarea

(afán ingrato, siempre

al borde del absurdo)

empeñas letra y tinta,

esquivas el sendero desbrozado,

acaricias el límite,

te obligas a una busca interminable.

 

BLANCA CANCIÓN DEL MIRLO

 

 

Ya llega la mañana, va viniendo.

 

Una canción sin nombre

inunda los pinares:

por entre las agujas

la luz vibra en un ángulo

roto, el mirlo desciende de la noche,

de la noche a la piedra amanecida.

 

Ya llega la mañana, va viniendo

con su estribillo blanco,

con voz de barro y nube:

a flor de tiempo y tierra

 

va llegando.