domingo, septiembre 14, 2008

Lisboa III



No hacemos otra cosa que esperar
en silencio a que llegue nuestro turno.


22 comentarios:

Olga Bernad dijo...

Las piedras esperan mejor que las personas, y no conviene volverse de piedra.
Preciosas fotos.
Un saludo.

Anónimo dijo...

¡¡Durillo!! ¿No?
Un abrazo

Vanlat dijo...

A veces no sé si hablas de la vida, de la muerte o del turno para mover las piernas... Creo que la cola es otra para los brazos...

Luna Miguel dijo...

Que ganas de viajar;


aunque de momento me conformo con las minivacaciones que voy a pasar con Pablo en su cortijo. El dinero ausente y la juventud presente. Ya viajaremos en otro momento!


Voy el lunes por la noche. A partir del martes podemos quedar y te doy los libritos.



Un beso a los dos.

Anónimo dijo...

¡Uf!
Eso es lo que yo digo siempre, FRANZ: no hacemos otra cosa...
(¿en silencio?)En fila.

Un abrazo, o mejor, una palmadita de ánimo, en la espalda

Anónimo dijo...

Jo, ¿con cuánto se aprueban los comentarios?

Anónimo dijo...

Estalactitas y estalagmitas manuelinas... o maromas y sogas tardogóticas, no lo sé muy bien...

Quizá el mejor claustro de Europa, y las fotos están a su altura.

Saludos obrigados.

Julio Castelló dijo...

Como trolls o gárgolas su eternidad de piedra.

Beíta dijo...

Ese es el problema:
esperar en silencio.
Un día gritaremos, aunque llegue el mismo final, pero el trayecto será mejor, diferente.

Buenas fotos, sombras y luces.

un beso.

Tania dijo...

Y es que el ser humano para serlo necesita siempre del reconocimiento, aunque sea a través de ataúdes.
La ¿casualidad? hace que mi infancia la pasara entre helados y juegos de la Plaza de Cervantes.
Un saludo
Tasnia

Anónimo dijo...

No tengo mucha paciencia cuando hay que "esperar"...
¡ Qué lugar tan íntimo y hermoso!
Un abrazo

Athelas dijo...

esperar y esperar, un poco cansada ya :)

soperos dijo...

finalmente, de la espera el fruto. y en su centro el origen cíclico (...)

me gusta callar con la boca abierta (...)

besos,
òscar.

Pedro Chincoa dijo...

el tiempo no puede placarnos. O la pereza de morir sietes veces al día
nos ha clavado en el suelo.
Solo, tal vez.

Anónimo dijo...

Creo que mi espera más larga fué a las puertas de la antigua Universidad de Coimbra; con un curioso interés por visitar su biblioteca.
Sí, esperar ya esperamos...pero siempre en demasiado silencio.
Saludos

Anónimo dijo...

K lindas fotos!!!

Tania dijo...

de nuevo soy yo..con una sola pregunta(de momento)..puedo agregarte como link??y ahora viene todo eso de que me gusta como escribes bla bla bla...curiosidad saciable, impetusidad accidentada. saludos.
Tania

Antonio Azuaga dijo...

Existencial, amigo Francisco… Me gustan los volúmenes, las sombras y la luz; me gustan las palabras… “No hacemos otra cosa que esperar…” ¿Hablas de la paciencia del tiempo ante la eternidad?
Un abrazo.

Ana María Vilchez dijo...

El silencio me está hablando
en este breve instante.

Anónimo dijo...

El turno, el turno ¿...? Pediré la vez por si las moscas.

Anónimo dijo...

No esperamos.
En nuestra inocencia,
en nuestra no consciencia...
ni cuándo,
ni de qué se trata.

D e s c o n o c e m o s.

Y aún así... nacemos.

nuria ruiz de viñaspre dijo...

Maravilloso tu Pergolesi, maravillosa tu Callas, tu Monteverdi, y Lisboa, Lisboa, hacía tiempo que no pasaba por aquí y siempre es un gusto